Sólo la muerte nos desprende, nos limpia, nos
desnuda de lo que no somos, de todo lo creído y lo alucinado, de todo lo que
quisimos ser.
Nos arrebata
de nuestras mentiras, nos deja vacíos y blancos; en un aire libre y
eterno, ahí, en la nada, en el origen y silencio que fuimos antes de ser.
Sólo la muerte nos
perdona, nos olvida y nos acepta, borra nuestra mente con un beso y luz en
nuestra frente, destruye lo que acumulamos,
nos deshace, nos abre por los infinitos caminos del ser.
Sólo la muerte… nos deja descansar, nos suelta de nosotros mismos, nos brinda el
dulce de la paz; lo que queda cuando nos abandona el miedo, el tiempo, y el desear.
¡Oh! si supiéramos
morir… viviríamos en paz, si supiéramos que el vivir es el morir y el morir es
el vivir tocaríamos en un parpadeo la
eternidad.
Iván Lavín
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