Allá en el lejano vacío,
antes de Dios, algo se movía; éramos nosotros antes de que tú y yo
existiéramos.
Nacimos como nace una
risa, inesperadamente esperando lo que no sabíamos que podía surgir de nosotros.
Deseando alcanzar lo
que sale de nosotros, que no es nuestro; pero que es lo que somos.
Fuimos el principio de
la imperfección.
Es por lo que ahora
estamos, por lo que nos separamos, y por lo que nos anhelamos hasta dejar de
ser.
Yo en esta existencia
no estoy seguro de nada, de absolutamente nada, podría ser este el sueño de un demonio
y yo ni siquiera estoy aquí.
Pero algo he sentido
más allá de mí… a pesar de mí; es el amor.
El amor. Nuestra única
certeza y nuestro mayor misterio.
Cuando recordamos lo
que seremos.
Cuando nacemos porque
queremos morir.
Amor vivo que respira
porque hoy te amo lleno de errores a mitad del camino entre la nada y el todo.
Doy gracias por ir de
tu mano.
Hay amantes que se
pisan los pies obsesionados por caminar parejo.
Hay que decirles que
esto es una danza, una guerra, un juego.
Que los ángeles nos
admiran cuando amamos sin pretender ser perfectos.
Que sólo nos
callaremos cuando el amor este completo, cuando ya no seamos nada, cuando
incluso tú y yo nos olvidemos.
¿Mientras quién le dará
vida a la vida si nosotros no nos amamos?
De dónde vendrá el
universo sino es del orgasmo de nuestros movimientos.
El jugo de nuestra
contradicción.
Porque es cierto que tú
me haces el amor como la vida se lo hace a la muerte.
Como la certidumbre se
lo hace a la duda.
Como el futuro le hace
el amor al pasado.
Como el sonido se lo
hace al silencio.
Como la luz entra en
la obscuridad.
La verdad seduce a la
mentira.
Tú eres semilla, yo
soy fruto.
Ni más ni menos, ni
mejor ni peor, somos lo mismo en distintos tiempos.
Nos perseguimos y nos
rozamos, nos respiramos queriendo ser uno.
Cuando en realidad
nunca hemos sido dos.
No hay creador sin
creación.
No hay quien dé sino
existe quien reciba.
Porque recibir también
es dar.
Gracias a ti soy yo,
gracias a ti somos nosotros.
Deja que ese hilo
invisible que nos une, nos aleje y nos aviente.
Perdámonos, confiemos,
volvamos.
Que algún día, tal vez
hoy, desaparecerá nuestro amor por algo que nos ha rebasado, por la sustancia,
el amor mismo ya sin nombre…al fin, la eternidad.
Para Briseida, un alma hermosa.
Iván Lavín
No hay comentarios:
Publicar un comentario